Ciclo de Música para órgano en Navarra. Programa Invocationes

Invocationes, programa de concierto que toma como hilo conductor una melodía utilizada en tiempos de calamidad. Parecería diseñado para el momento actual, difícil de imaginar hace un año. Pero no es así. Es una sombría coincidencia que la música que esta tarde sonará en el órgano de la parroquia de San Nicolás de Pamplona proyecte su simbolismo sobre un  contexto tan singularmente receptivo.

Hace cerca de un año, cuando la normalidad era normal, el compositor Enrique Igoa Mateos (1958) me propuso el estreno de su composición Invocationes Tempore Belli. Lo acepté y programé para el concierto que tendrá lugar esta tarde dentro del Ciclo de Música para Órgano en Navarra.

El órgano de la parroquia de San Nicolás de Pamplona parecía el órgano más adecuado para la textura clara y precisa empleada por el maestro Igoa. Su gran caja rococó es la mayor en tamaño y una de las más bellas, elegantes y equilibradas de Navarra. Aloja desde 1988 un órgano de tres teclados manuales y pedal construido por el maestro Robert Chauvin, de Dax, que incluyó la tubería del instrumento anterior, construido por Pedro Roqués en 1866-67. La obra fue asesorada técnicamente por la Asociación Navarra de Amigos del Órgano (ANAO), con el liderazgo del entonces párroco D. Enrique Ardanaz. Su estructura sonora parte de un planteamiento hispánico en el teclado principal, con lleno de principales, gran corneta -magna, sin duda- y una exuberante trompetería de batalla. A ello se añade un órgano alto, gobernado desde el tercer manual, y una cadereta interior de ubicación castellana pero configuración francesa: corneta descompuesta y cromorno. El teclado de pedal asumió los viejos contras del s. XVIII para reunir, también a la manera francesa, sendos coros de labiales y lengüetas de 16’, 8’ y 4’.

Invocationes Tempore Belli es un muy interesante caso de proyección hacia lo actual de lo tradicional. Se acoge expresamente a la estructura clásica misa para órgano,tomando como marco conceptual y de inspiración el ritual  católico para la missa tempore belli vel eversionis (“en tiempo de guerra o calamidad”). Son tres los elementos que dan unidad a la obra. Por una parte, la melodía del coral Wer nur den lieben Gott dass walten, que es empleado en el ámbito luterano en las circunstancias de grave necesidad pública. Por otra parte una serie dodecafónica  y un agregado armónico que se utilizan de modos diversos a lo largo de la obra. La armonía es disonante, de tipo contemporáneo, asentada en texturas limpias y muy bien concebidas para la ejecución en el órgano.

Sus cuatro movimientos se inspiran en los textos litúrgicos del Missale Romanum, y musicalmente aplican técnicas diferentes.

El Praeludium desarrolla una escritura en forma de clusters que se van formando y disolviendo. El momento ritual a que corresponde es el introito, cuyo texto está tomado el salmo 17:

Me rodeaban los gemidos de la muerte, los dolores del infierno; en mi tribulación invoqué al Señor, y escuchó mi voz desde su santo templo.

El segundo movimiento es una Passacaglia, que toma como ostinato o fórmula melódico-armónica repetitiva un segmento del coral alterado por el compositor. Se inspira en el texto litúrgico del gradual, tomado del salmo 24:

Aumenta la angustia en mi corazón; Señor: líbrame del peligro.

El tercer movimiento corresponde al offertorium, y aquí Igoa se acoge al modelo de ofertorio sereno y meditativo que en Francia impulsó Guilmant y Tournemire cultivó con maestría singular. Se inspira en el texto ritual, tomado del salmo 17:

Señor, salvarás al pueblo afligido y humillarás la mirada de los soberbios; porque, ¿qué Dios hay aparte de ti, Señor?

La obra concluye con una tocata que combina varias técnicas de composición, y que toma con referencia el texto litúrgico de la comunión:Inclina tu oído, ven aprisa a librarnos. Sé para nosotros nuestro Dios protector y baluarte donde seamos salvados (salmo 30).

Las obras que precederán a la obra de Enrique Igoa han sido seleccionadas por su carácter de invocationes. Para empezar, los deslumbrantes versos que Nicolás de Grigny, figura cumbre de la escuela barroca francesa, escribió para alternar con el canto del himno gregoriano de Pentecostés Veni Creator Spiritus, que tradicionalmente se utiliza como apertura de diversos actos y ceremonias.

Siguen varios corales de la escuela barroca germánica: "A ti clamo, Señor" (Ich ruf zu dir BuxWV 196) de Dietrich Buxtehude; "Padre nuestro que estás en los cielos" (Vater unser im Himmelreich BWV 682) y "Gloria a Dios en el cielo" (Allein Gott in der Höh sie Ehr BWV 663) de Johann Sebastian Bach. Después, como introducción inmediata a Invocationes Tempore Belli, cuatro elaboraciones del mencionado coral Wer nur den lieben Gott dass walten. La primera y la última de Johann Sebastian Bach (BWV 642 y BWV 647), y en medio de ellas otras dos debidas a sendos alumnos suyos: Gottfried August Homilius y Johann Ludwig Krebs.

El estreno absoluto de Invocationes Tempore Belli estaba previsto para el concierto de esta tarde, y su segunda interpretación en el Festival de Órgano de Vicálvaro. Por necesidades organizativas esta última debió adelantarse, de modo que el estreno absoluto tuvo lugar el sábado pasado en el hermoso órgano alemán instalado desde hace años en dicha localidad madrileña.

Enrique Igoa, de ascendencia navarra, deseaba estar presente en el estreno de su obra en la tierra de sus antepasados, pero las restricciones de movimiento impuestas en Madrid se lo han impedido. Desde allí se suma a nuestras Invocationes de esta tarde.